Se trata de una especialidad de la psicología, que se centra en los problemas de la infancia y la adolescencia. Generalmente son los padres o la escuela los que identifican que al niño le sucede algo y solicitan ayuda de un psicólogo infanto-juvenil. Las consultas más frecuentes se realizan por síntomas relacionados con alteraciones en el rendimiento académico, ansiedad, miedos, cambios de humor frecuentes, agresividad, problemas sociales entre otros.
Los síntomas observados en los menores pueden originar problemas de adaptación importantes, por lo que es recomendable solicitar una evaluación con un especialista en psicología infanto-juvenil una vez se detecten.
No todos los síntomas que presente el niño son evidencia de un trastorno mental. En algunas ocasiones, son suficientes unas sesiones para entender el problema y buscar estrategias para solucionarlo. Sin embargo, existen otros casos que requieren una intervención más continuada y/o establecer un diagnóstico clínico.
En cualquier caso, es necesario que ante la presencia de síntomas en el menor, un profesional especializado en salud mental infanto-juvenil realice la evaluación del caso, y a partir de esa información diseñe un programa individualizado de intervención, que se vaya revisando periódicamente.
El objetivo general de cualquier programa de intervención psicológico es el de proporcionar las estrategias adecuadas para ayudar tanto al menor como a su entorno (padres, familia, escuela, amigos, etc.) a superar las dificultades y lograr un mayor bienestar en su vida.
