Cómo ayudar a los adolescentes que se hacen cortes

Hacerse cortes, heridas o marcas en el cuerpo con un objeto afilado como una cuchilla de afeitar, un cuchillo o unas tijeras es una forma de autolesión. Puede resultar difícil comprender por qué alguien se haría daño a sí mismo a propósito. Descubrir que tu propio hijo lo está haciendo puede sorprenderte y disgustarte, y es posible que no sepas qué hacer.

En la mayoría de los casos, cortarse es un intento de interrumpir emociones y presiones fuertes que parecen imposibles de soportar. Puede estar relacionado con problemas emocionales más amplios que requieren atención. La mayoría de las veces, no se trata de un intento de suicidio.

Esta conducta afecta a muchos adolescentes y preadolescentes, y es algo a lo que suelen enfrentarse solos. Sin embargo, los padres pueden ayudar, y cuanto antes lo hagan, mejor, ya que se puede crear un hábito y, lamentablemente, muchas personas subestiman los riesgos que conlleva de enfermar o herirse gravemente.

Acepta tus propias emociones. Es posible que te sientas dolido porque tu hijo no ha acudido a ti en busca de ayuda, culpable por no saberlo, sorprendido, triste, decepcionado. Todas estas emociones son completamente comprensibles, pero no es tu culpa ni la de tu hijo. Intenta identificar tus propios sentimientos y encuentra una forma de expresarlos. Si te sientes abrumado, hablar con un terapeuta puede ayudarte a obtener cierta perspectiva.

Aprende todo lo que puedas sobre esta conducta, por qué lo hacen los adolescentes y qué puede ayudarles a dejar de hacerlo. Algunos lo hacen por la presión de sus compañeros, y una vez que comienzan, no pueden parar fácilmente; otros se sienten presionados para ser perfectos y luchan para aceptar sus errores; otros se enfrentan a fuertes estados de ánimo como la ira, la tristeza y la desesperación. A veces es el resultado de traumas y experiencias dolorosas que nadie conoce.

Habla con tu hijo. Puede ser difícil hablar de un tema tan doloroso y es posible que no sepas qué decir. No pasa nada. Será más importante cómo lo digas que lo que digas. Para iniciar la conversación, simplemente puedes decir qué sabes acerca de este comportamiento y luego transmitir tu preocupación, amor y disposición a ayudarle.

Seguramente a él también le resultará difícil hablar de ello y puede incluso negarlo. Puede sentirse avergonzado o preocupado por cómo reaccionarás y por las consecuencias. Trata de mantener la calma y la paciencia, hazle preguntas y escucha lo que tiene que decir sin reaccionar con castigos, reprimendas o sermones. Hazle saber que los cortes a menudo se relacionan con experiencias dolorosas o presiones intensas, y pregúntale si se está enfrentando a problemas difíciles. Es posible que no esté listo para hablar sobre el tema o incluso que no sepa por qué lo hace. Aunque ese sea el caso, dile que quieres entenderlo y encuentra formas de ayudar.

Busca ayuda profesional. Es importante buscar la ayuda de un profesional en salud mental calificado que pueda ayudarte a comprender por qué se corta tu hijo, y ayudarle a él a curar heridas antiguas y desarrollar nuevas habilidades para sobrellevar la situación.

La terapia puede permitirles que cuenten sus historias, expresen sus experiencias difíciles y aprendan habilidades para lidiar con el estrés, así como identificar cualquier condición de salud mental subyacente que necesite evaluación y tratamiento. En muchos casos, los cortes son un signo de depresión o problemas bipolares, dolor no resuelto, comportamientos compulsivos o luchas con el perfeccionismo.

Ofrécele ánimo y apoyo. Mientras tu hijo recibe ayuda profesional, mantente involucrado en el proceso tanto como sea posible. Pídele al terapeuta que te guíe en cómo hablarle y apoyarle. Y pregúntale a tu hijo cómo puedes ayudarle mejor. Por ejemplo:

  • Hazle saber que estarás allí para hablar cuando los sentimientos sean dolorosos o los problemas parezcan muy difíciles de soportar.
  • Ayúdale a crear un plan alternativo a los cortes cuando las presiones aumenten.
  • Anímale a hablar sobre las experiencias cotidianas y a expresar sus sentimientos, necesidades, desilusiones, éxitos y opiniones en palabras.
  • Estate presente para escucharle, consolarle y ayudarle a pensar en soluciones a los problemas y ofrecerle apoyo.
  • Pasad tiempo juntos haciendo algo divertido, relajado o simplemente pasando el rato.
  • Céntrate en los aspectos positivos. Es útil hablar de los problemas, pero evita detenerte en ellos.

Da ejemplo. Puedes influir en la forma en la que tu hijo responde al estrés y la presión dando un buen ejemplo. Observa cómo gestionas tus propias emociones, las frustraciones, la presión y el estrés cotidianos. Observa si tiendes a dejar de lado a los demás, o si eres autocrítico o te enojas con rapidez. Considera cambiar cualquier patrón que no quieras que tu hijo imite.

Sé paciente y ten esperanza. Se trata de un proceso largo que requiere motivación y determinación, además de ayuda profesional. Toma conciencia de ti mismo y practica nuevas habilidades para gestionar las presiones y la angustia emocional. Con la orientación, el amor y el apoyo adecuados, tu hijo puede dejar de cortarse y aprender formas saludables de sobrellevar la situación.

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