Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)

El TOC es un tipo de trastorno de ansiedad relacionado con los niveles de un neurotransmisor denominado “serotonina”. Cuando se bloquea el flujo de esta sustancia química, el “sistema de alarma” del cerebro reacciona de manera exagerada e interpreta la información de forma errónea, de modo que dispara mensajes de peligro por error y, en vez de filtrarlos, la mente hace hincapié en ellos.

Los niños con TOC tienen miedos y preocupaciones que les obligan a comportarse de cierta manera. Estos pensamientos reciben el nombre de “obsesiones” y es difícil eliminarlos, por lo que los niños sienten la necesidad imperiosa de hacer ciertas cosas de manera reiterada para protegerse frente a ellos. Estos comportamientos se llaman “rituales” o “compulsiones”.

Es posible que tengan dificultad para explicar los motivos de estos rituales. En general, los hacen para intentar liberar la ansiedad, para sentirse bien o seguros de que no ocurrirá nada malo. La mayoría de los niños se dan cuenta de que estos miedos y preocupaciones no son realistas, pero la ansiedad o la preocupación es tan fuerte que sienten que deben realizar determinada tarea una y otra vez.

Estos rituales pueden liberar su ansiedad de forma temporal, pero interfieren con su vida diaria y a largo plazo empeoran la gravedad del TOC. Insumen gran cantidad de tiempo y energía, lo cual les dificulta completar tareas o quehaceres domésticos y disfrutar de la vida, ya que no tienen suficiente tiempo para hacerlo todo.

Por otro lado, los niños se sienten frustrados y culpables por no poder controlar sus propios pensamientos y actos, además de sufrir baja autoestima o sentirse avergonzados por lo que están pensando o sintiendo. También pueden tener dificultad para prestar atención o concentrarse debido a la cantidad de pensamientos intrusos.

Obsesiones más comunes:

  • temor a la suciedad, los gérmenes o la contaminación
  • necesidad de simetría, orden y precisión
  • preocupación por los desechos del cuerpo
  • obsesión por los números de la suerte o de la mala suerte
  • pensamientos sexuales o agresivos
  • temor a sufrir una enfermedad o un daño, o a que esto le ocurra a un familiar
  • preocupación por los elementos de la casa
  • temor por sonidos o palabras no deseados

Compulsiones más comunes:

  • rituales de limpieza de uno mismo (como lavado de manos, duchas y cepillado de los dientes) y en relación con la casa u otros elementos
  • repetición de rituales, como entrar y salir por una puerta, necesidad de moverse en los espacios de determinada manera o volver a leer, borrar y volver a escribir
  • rituales de comprobación para asegurarse de que un artefacto está apagado o una puerta está cerrada, y comprobarlo reiteradamente
  • rituales para evitar el contacto con una persona o un objeto «contaminado»
  • rituales para prevenir el daño a uno mismo o a otros
  • rituales para ordenar o colocar objetos de determinada manera
  • rituales de cálculo
  • acumulación o colección de cosas que no tienen un valor evidente

Dado que los niños pueden tender a ocultar sus comportamientos por vergüenza, es difícil reconocer el TOC, y pueden pasar meses o incluso años antes de que los padres lo sepan. Los médicos consideran que el TOC es un patrón de pensamientos y rituales obsesivos que cumple una o más de las siguientes condiciones: lleva más de una hora por día, provoca angustia o interfiere con las actividades diarias.

Se suele diagnosticar entre los 7 y los 12 años, cuando los niños se sienten más preocupados por encajar en su grupo de amigos, y es posible que ocurran otros trastornos junto al TOC (de ansiedad, de depresión, conductuales disruptivos, de déficit de atención, del aprendizaje…).

Signos de TOC más comunes:

  • manos agrietadas o en carne viva por el lavado constante
  • uso sumamente excesivo de jabón o papel higiénico
  • caída repentina de las calificaciones en la escuela
  • horas no productivas para realizar las tareas
  • pedir a los familiares que repitan frases extrañas o respondan siempre la misma pregunta
  • temor constante a la enfermedad y comprobar reiteradamente la salud de los familiares
  • aumento drástico de ropa para lavar
  • excesiva cantidad de tiempo para prepararse para ir a dormir
  • temor constante a que ocurra algo terrible
  • negarse a salir de casa al mismo tiempo que otros integrantes de la familia

Es común que pidan a uno de los padres que los acompañen en su comportamiento ritualista (primer el niño tiene que hacer algo y después el padre debe hacer otra cosa), y son habituales los berrinches, los comportamientos difíciles y las preocupaciones si los padres no aceptan participar. Con frecuencia, estas señales son las que llevan a las familias a buscar tratamiento.

Los tratamientos más exitosos son la terapia y la medicación. Mientras que la medicación ayuda a reducir el impulso por realizar rituales, la terapia ayuda a los niños a aprender a cambiar sus pensamientos y sentimientos cambiando primero su comportamiento. Se les expone gradualmente a sus miedos y se acuerda que no realizarán rituales para ayudarlos a reconocer que su ansiedad disminuirá y que no ocurrirá nada desastroso (por ejemplo, exponerlos a algo sucio, comenzando por algo que les provoque una leve molestia y terminando con algo que esté muy sucio, y prohibirles que se laven de manera reiterada).

Con el tiempo, la ansiedad desaparece gradualmente y los niños adquieren confianza de que pueden combatir el TOC. Si no se trata de forma sistemática, lógica y comprensiva con la ayuda de un terapeuta, puede empeorar. Es importante también que los padres participen y brinden apoyo, manteniendo las rutinas familiares lo más normales posible, evitando las comparaciones con otros niños y reconociendo y elogiando cualquier pequeña mejoría en su evolución.

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